Salud, cerrado por derribo.

Para abrir este espacio reflexivo donde periódicamente compartiré con vosotros temas de interés para la comunidad, he decidido hablar de una nueva forma de abordar el concepto de salud; o al menos, nueva para muchos de nosotros.

Lo cierto es que nos encontramos ante un sistema sanitario que hace aguas. Todos lo sabemos, tanto profesionales como usuarios. La mayoría identificamos problemas y muchos seríamos capaces de aportar soluciones, pero el caso es que quizás lo que haga falta es replantear el propio modelo, una estructura enrarecida donde se maltrata a los profesionales, su principal valor. Un cuerpo de conocimiento que se queda corto para hacer frente a los desafíos contemporáneos, donde la enfermedad mental ha batido a la población cual bestia embravecida. Una Medicina donde la hiperespecialización ha conllevado saber mucho de una retina o de una articulación, pero poco de su interrelación. Esto realmente puede ser un reflejo de la sociedad, porque hasta que no trabajemos por un bien común con certeza, humildad e ilusión, no conseguiremos optimizar todo nuestro potencial humano, desde quien cuenta con un equipo de personas trabajando por la recuperación de la salud de un individuo hasta quien dispone de una comunidad de conocimiento, cualquiera que sea su finalidad. Nos encerramos en el ego de lo mío y de cómo me afecta a mí, eliminando toda mirada amable proyectada hacia el otro. Una generación creada en la competitividad. Escuchamos cosas como: Mi hijo de siete años ya habla inglés, ya sabe todas las operaciones matemáticas, ya se ha leído el Quijote…

El batacazo ha sido llegar a la adultez y darnos cuenta que el modelo de felicidad que nos han vendido no existe; o al menos, exige una revisión urgente y permanente.

Este texto lo escribo en la sala de espera de la consulta de mi doctora. No es en un hospital ni en un centro de salud. Ojalá fuera así, ojalá estuviera ahí recibiendo esta terapia. El lugar en el que me encuentro es un centro de especialidades médicas. Lo denomino así porque Idaira, la profesional que me atiende, estudió Medicina. Estoy esperando para recibir mi sesión periódica de Acupuntura. Sí, sorpresa, existen personas que estudian Medicina en universidades públicas españolas que también han estudiado Medicina Tradicional China, pero por alguna extraña razón hay ámbitos donde solo un tipo de saber es el que ocupa lugar. Entiendo que muchos recurrirán a la tan archinombrada ciencia. Y yo les invito a explorar la evidencia científica favorable en acupuntura. El ego del primer mundo y de su medicina quizás debería mirar con humildad los aplastantes datos de prevalencia en el sinfín de patologías que nos rodea y preguntarnos qué estamos haciendo mal. Capítulo 1: la alimentación.

Volviendo al tema original (soy muy de irme por los Cerros de Úbeda), sería interesante replantearnos todo sobre los actuales modelos de salud. Detectar carencias y buscar opciones de mejora. Las nuestras, en SOMOSCOCO indiscutiblemente pasan por un cambio en el concepto de salud. Volver a la abandonada prevención, dotando de herramientas a las personas para que sean agentes de su propia salud. Y, por supuesto, incorporando el abordaje de la esfera mental y espiritual en la cartera de servicios.

Espero no haberme liado mucho expresando esta reflexión, trabajo día a día en la concreción.

Un abrazo. Gracias por leerme. Mucho amor, que falta hace en este mundo loco,

Dunia.